En un campo adornado de girasoles dorados, las risas del viento y el canto de la vida se entrelazan como un sueño, y el cielo es el límite. La tierra absorbe el amor que siembro con mis manos, y el crecimiento es un símbolo que todo lo abarca.
Así, la naturaleza me envuelve, y en su abrazo encuentro el sentido de mi existencia, y la armonía que busco, mi corazón late fuerte al ritmo de sus latidos, y cada paso me acerca al misterio eterno.
- José de San Martín